Cuando Harris conoció a los clásicos

“No lean interpretaciones, vayan directo a los originales”

“Los teóricos modernos han dejado de lado las ideas importantes”

“Para entender lo que pasa hoy hay que leer a los clásicos”

Cada día que pasa desconfío más de este tipo de afirmaciones. Son comunes, claro, porque los profesores pasan por eruditos citando a los clásicos y rebajando a los analistas contemporáneos. Después de todo, Marx y Alberdi ya no compiten con nosotros, pero todos sus intérpretes, que están vivos, sí.

Pero más allá de la molestia circunstancial que provoca la jactancia académica (ya parezco Aldo Rico), hay razones positivas para dudar de que las frases entrecomilladas puedan ser verdaderas. ¿Por qué razón debemos pensar que Freud estaba en mejor posición que un neurólogo o psicólogo moderno para entender la psiquis humana? Stiglitz leyó a Keynes y a Hayek, pero ellos no lo leyeron a él: ¿no le otorga esto una ventaja de perspectiva? La otra alternativa es pensar que estos grandes pensadores del pasado eran en realidad superhombres que vieron mucho más allá de su tiempo, creando teorías inmortales e imposibles de superar. Muy dudoso.

Mi opinión es que a estos pensadores les debemos reconocer haber sido los primeros (y eso ni siquiera en todos los casos) en ocurrírseles algunas ideas, en organizarlas en un todo coherente y en transmitirlas. Pero no reneguemos del progreso, aunque sea a los tumbos, de la ciencia y de las ideas gracias a nuevos y frescos autores.


A esta altura, ustedes lectores 200mileros se estarán preguntando qué sopapa tiene todo esto que ver con el libro de Harris, Caníbales y Reyes. Bueno, justamente me pasó que al leerlo asaltó mi paladar el sabor de estar enfrentándome a una obra excelente para su tiempo, pero un poquito más añeja de lo que esperaba para leerla hoy. El libro data de 1986, menos de 30 años ha, pero la lectura deja esa sensación de que ha pasado mucha agua bajo el puente en el modo de enfocar algunas cuestiones. A la falta de pruebas me remito.

Marvin H. comienza golpeando duro. Asegura en la introducción que la vida de hoy no necesariamente es más fácil que la que enfrentábamos en el paleolítico, un posible respaldo político a las ideas Llachianas. Yo sigo creyendo que no estamos comparando bien. Trabajar antes era esfuerzo físico, que objetivamente cansa. El de hoy, como mucho, es esfuerzo mental, que no es tan grave y muchas veces hasta puede ser entretenido. Me podría pasar la vida enumerando las diferencias a favor de nuestra era, pero dejenmé resumir diciendo simplemente que en la actualidad muchísima gente puede darse el lujo de elegir vivir como en la era paleolítica. Eso solo ya significa, me parece, una mejora objetiva. Lo que creo respecto de esto es que en los últimos años ha aparecido variada evidencia de progreso concreto, en especial de 1950 a esta parte, que Harris no pudo leer.
por Leo Partuzza Fariña

Pero más allá de gustos personales, lo curioso es que el libro no trata de eso. En efecto, el autor no se dedica demasiado a justificar su afirmación y trata otros temas, muy interesantes por cierto, pero desconectados de este punto. Al final de la obra Harris, que no juega sucio, reconoce que la tecnología ha mejorado el bienestar, pero afirma que estamos llegando a un punto en el que este progreso ténico está llegando a su fin. Otra vez, me parece que haber escrito en 1986 le jugó una mala pasada. La revolución informática y comunicacional que vino con posterioridad a su publicación seguramente habría contribuido a morigerar esta afirmación.

Otro ejemplo es su sentencia de que no hay la menor duda de que la revolución agrícola incrementó la violencia social. Libros recientes como el Better Angels of our Nature de Steven Pinker (que recomendaré para este blog) pueblan de evidencia la tendencia a la reducción de la violencia en todas su formas a lo largo de la historia. De nuevo, las afirmaciones de Harris podrían hoy tener reparos, aun cuando en su época podría haber todavía algún consenso a su favor.

Otro rasgo de insuficiente modernidad del libro aparece cuando Harris testea sus hipótesis sobre el comportamiento humano y social contra las ideas de Freud, algo que hoy día pocos se molestarían en hacer a sabiendas de que el psicoanálisis ya no es considerado por la mayoría de los investigadores una herramienta científica adecuada para explicar hechos históricos.

Pese a esta fragancia mustia que por momento exhala, el libro contiene muchas ideas interesantes. Yo no conocía la hipótesis de la “trampa hidráulica”, la historia de la vaca sagrada en India, y tampoco había pensado en las implicancias del canibalismo en América, todos contenidos muy bien tratados.

Marvin H. logra acaparar el centro del ring y llevar al lector con astucia y coherencia a través de argumentos, no de eventos disconexos, lo que le otorga una clara victoria por puntos. Pero no nos entusiasmemos demasiado y lo elevemos a la categoría de clásico, que el peso mediano le queda bastante mejor.

Comments

  1. Cuando la virtud termina siendo muy parecida al libre-mercado
    A la mitad del libro venia con sentimientos mixtos sobre el libro "The origin of virtue". En parte por haber leido otros que tratan sobre el tema (los cuales se los recomiendo al final). En parte porque algunos puntos me parecian controversiales, otros poco explicados. Aun familiar con la jerga de teoría de juegos (tit-for-tat, dilema del prisionero, etc.) se me hizo algo pesado, aun cuando ya conocía el argumento. Mis criticas serian las siguientes: 1) El recurso de usar el cuerpo para explicar la posibilidad de “egoísmo” en los órganos, me parece muy forzado, a no ser como recurso explicativo. Que sentido tiene para el hígado competir por recursos con por ejemplo el corazón? O los ojos? Todas las células del organismo comparten el mismo ADN, no tiene lógica que compitan entre si sino que colaboren. Lo mismo para el feto y la madre (comparten al menos 50% del ADN). 2) La parte de la propensión a la guerra del homo sapiens (que parece es distintiva y mucho mas acentuada que en otros simios, monos, etc) me parece insuficientemente explicada. Porque las bandas de humanoides pierden el tiempo (energía y valiosos recursos) en atacar otras bandas de similares? Porque el hombre divide entre “nosotros y ellos” de una manera casi inconsciente? Ridley no propone una explicación convincente desde el punto de vista evolutivo. Solo se me ocurre como algo racional que si se genera escasez de recursos, por ejemplo, porque la tecnología de caza mejoro mucho y permite a la población de humanos crecer por sobre el limite maltusiano, pero a costa de los recursos de supervivencia, estos se harían relativamente mas escasos (presas, frutos), entonces la guerra seria una forma de dirimir quien paga el costo maltusiano: en vez de ajustar la población por malnutrición y enfermedades, seria directamente por eliminación violenta de competidores. Arriesgo esta hipótesis, bienvenida otras.

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  2. Luego el hombre se me va poniendo arrogante. Ya cuando trata el tema de la “tragedia de los comunes” se me cruza, y cuando empieza a darle a los ambientalistas (aunque parte de razón tiene). El tema aca, que detrás de cierta autosuficiencia analítica no esta explicando ni mas ni menos (sin citarlo) el teorema de Coase y sus efectos en las externalidades. Para los que no son economistas, las externalidades son acciones sobre otros (bienes/daños) no mediados por una transacción pecuniaria. El caso típico es el de la fabrica que contamina afectando a los pobladores. Les impone un mal por el cual no paga para compensarlos. Ronald Coase (premio Nobel de Economia en 1991) ya planteaba en su famoso teorema en 1960 que si los derechos de propiedad estaban bien definidos, eventualmente el generador de la externalidad negociaría con quienes la sufren a través de un negociación libre (no haría falta la intervención del Leviathan-Estado). En el caso de la fabrica, si la fabrica tiene el derecho de propiedad a contaminar, los pobladores le pagarían para que contamine menos. Si el derecho de propiedad sobre el aire puro esta en los pobladores, a la fabrica le convendría pagarles para poder contaminar un poco. En todo caso en la negociación se llegaría al nivel optimo de polucion. El problema que el teorema de Coase tiene dos supuestos fuertes: Los costes de la negociación, para las partes, son bajos. Los derechos de propiedad estan bien definidos. Particularmente el primer supuesto se viola muchas veces, por ejemplo si hay multiples implicados y es muy costoso reunirlos a negociar (como el caso de las emisiones de CO2). Entonces inevitablemente el Leviatan puede intervenir para lograr el optimo, lo cual es necesario muchas veces. No siempre la solución Libertaria del acuerdo de individuos soluciona todo como quiere mostrar el autor. Ademas su distinción entre bienes móviles y fijos se contradice con su propio ejemplo de los pescadores de langostas en Maine. Todo depende del contexto. Y en el ultimo capitulo el autor en un ataque de humildad dice: “I have argued that there was morality before the Church, trade before the state, exchange before money, social contracts before Hobbes, welfare before the rigths of man, culture before Babylon, society before Greece, self-interest before Adam Smith, and greed before capitalism”. Aha!!!, genial, no se me habia ocurrido antes y tampoco a nadie se le ocurrio!!! Matt Ridley, rebajate unos cuantos cambios… El autor recurre finalmente a una utopia al estilo “small is beautiful” muy linda pero para un mundo que ya no existe: pequeños grupos que acuerdan amablemente sobre diversos temas y se autoorganizan sin tanto Leviatan-estado olfateando por ahí. Parece muy lejano para este mundo de globalización, migraciones, trasnacionales, megaciudades, flujos de dinero internacional varias veces trillonarios y como señala Piketty de creciente desigualdad. Quiza tenga que ver el momento de la primera edición del libro, 1996, donde todavía se vivía bajo el aura del fracaso del comunismo soviético y la coronación de la fe en el libre-mercado y la autoregulacion de los mercados. Hoy, casi 20 años mas tarde, con el desfalco de Enron, la crisis de las hipotecas en USA, la caída de Lehman Brothers, varias crisis financieras internacionales de por medio, dudo que estemos tan seguros de ello.

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  3. Libros alternativos/complementarios:
    "El origen del altruismo" de Lee Alan Dugatkin
    http://www.katzeditores.com/fichaLibro.asp?IDL=47
    "Las neuronas espejo" de Marco Iacoboni
    http://www.katzeditores.com/fichaLibro.asp?IDL=97
    Salutti

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